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CAPITULO 111 De la elevación y ordenamiento del corazón a Dios Antes de dar princ1p1o a una obra cual– quiera, levanta primero el corazón de Dios. Cuanto de bueno hicieres o dijeres, no lo tengas en gran cosa, antes bien sinceramente has de reputarte por siervo inutil y sin pro- vecho. . Que ofende en verdad a los divinos ojos cualquier engreimiento del corazón, por pe– queño y leve que parezca. ¡Así pasarás 'iquiera fuese un día, o al me– nos media hora ocupado en Dios entera– mente! Mas ¡ay! inconstante en exceso y distraído, aún en las cosas, en que debieras ser más atento y recogido. Terminada la obra que tenías entre manos o rezadas las horas del divino oficio, da gracias

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