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- 74 - vo;:ada la Stma. Virgen: por los justos y por los pecadores, y especialmente por los Reli– giosos y devoto~, que guardan estado de con– tinencia, y con deseos santos aspiran a lasco·· sas del cielo, sin querer nada con el mundo. ¿Y qué es lo que ha de pedirse, dices? ante todo el perdón de tus pecados; después el don de la pureza, y por fin la virtud de la humil– dad, ·que es a Dios tan agradable; a fin de que aparezcas siempre humilde en la divina presencia, y no rehuses pasar por vil y des– preciable, sin gloriarte de bien alguno, para que no pierdas el que poseyeres. Duelete de v.rte tan lejos todavía de las virtudes verdaderas; de la profunda humildad, de la santa pobr~za, de la perfecta obediencia, de la limpísimo castidad, de la devotísima oración y de la ferventísíma caridad, las cua– les todas se hallaron plenísimamente en Ma– ría Stma. Madre de Jesús. Arrójate, pues, a sus piés como un pobre mendigo, para obtener siquiera el mínimo grado de estas virtudes, ya que al supremo no puedas llegar por tu desidia y pereza. Cuanto tener deseas, pídelo humildemente por medio de María; que por sus méritos glo– riosos son ayudados y remediados, las almas en el purgatorio y los devotos que viven en el mundo. Grande es su gracia, grande es su .gloria

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