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-58- Lo que traspasa los límites de la modera– ción, y carece de discreción, ni agrada a Dios, ni es para durai· por mucho tiempo, Es necesario, pues, que en todas tus accio– nes, para llevar a cabo la obra comenzada, guardes el común pr 0 ceder de los demás, y evites la nota de la singularidad; que en las. cosas oscuras o dudosas sigas el consejo de tu Superior; y con la guía de la discreción, vi– vas en obediencia sin inquietud ni fingimiento. Siempre mantenerse firme en 'el sumo gra– do de la perfección, no es de la humana fla– queza; e inclinarse demasiado a las cosas te– rrenas y verse envuelto en ellas, no es progre– so del hombre nligioso, sino destrucción de toda religíosída :l. Y por tanto, si con especial gracia fueres de Dios visitado, y embriagado con sus consue– los, no te olvides que eres hombre y no ángel; que llevas contigo el peso de la carne, no la estola del alma; y que te ha sido dada la gra– cia divina, no nocid~ en ti por generación es– pontánea. No pretendas saber más de lo que convie– ne; modera el gozo con el temor; no presumas cosas altas, para no verte después humillado y abatido por la decepción. 'Al trabajar exteriormente, y tratar los asun– tos necesarios, no te entregues del todo a lo visible; mas levanta tu corazón a Dios fre-

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