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-::: .......... . .........................................................· .. :- 0····································0..···..·············................0 ································································.;:;- CAPITULO IX De la discreción que se ha de tener en todo ejercício espiritual Debe el siervo de Dios hacer todas las co– sas, moderadas con la regla de la discreción. Procura seguir siempre el camino recto, pa• ra que, ni demasiado blando con la carne, ni ·demasiado duro y rígido por el fervor, no caigas desfallecido y sin fuerzas antes de lle-– gar al fin. Si quieres seguir un orden estable y fijo en tu modo de vivir, camina por en medio MI ca-· mino entre los dos extremos; de modo que ni emprendas con arrogancia lo que está sobre tus fuerzas, ni dejes por cobardía lo que fácil– mente podrías practicar. No te exige Dios la destrucción del cuerpo, sino la represión de los vicios: no te pide co– sas imposibles, sino convenientes para tu sal– vación: te da buenos consejos; te provée de lo

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