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-54-· todo tiempo; siempre serán sus alabanzas en mi boca». . Quien tartamudea o calla en las alabanzas. divinas, no es amigo dei Señor, ni ciudadano· del cielo; que los ángeles ocupados se hallan de continuo en esas santas alabanzas, y con voz unánime repiten Santo, Santo, Santo, en loor y gloria de la Trinidad Bea~sima. Los cuales graciosamente son llamados aves del cielo; porque con el ruido de sus alas pa– recen exhortarnos a cantar las divinas ala– banzas. Entre todas las obras del alma fiel, no hay obra tan fructuosa ni servicio a Dios tanagra– dable, como orar con frecuencia y devoción, y alabarle con todo el afecto del corazón. ¡Ay de aquellos que no sienten en si el fue– go del divino amor, y se entregan a conversa– dones ajenas a su estado; que ni oran, ni de– jan orar a los demás; y que en vez de enmen– dar sus yerros van añadiendo nuevos males a los aniiguosl Veréislos .a los tales ser los últimos en lle– gar a la iglesia, y los primeros en salir de ella; gústanles las misas, breves y las comi– das, largas; hartos ya de los manjares, se de– rraman en bromas y juegos divertidos; y ape– nas por cumplimiento, dan a Dios ligeras gra– .cias por los beneficios recibidos; porque se

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