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- 49- muraciones, no percibe los rumores del mun, do, no ve sus vanidades, no es atraído a sus liviandades. El buen morador de la celda es ciudadano del cielo, amigo de Dios, compañero de los ánge– les, descubridor de secretos, conocedor de co– sas sobrenaturales, vencedor de tentaciones, lanzador de espíritus inmundos, debelador de vicios, conculcador de las cosas terrenales, despreciador de solícitos cuidados, conquista· dor de la paz, poseedor de la quietud, amador de las Santas Escrituras y contemplador de la verdad; gusta las delicias .de la pureza, es continuo en la oración, recoge los frutos de la meditación, y ahuyenta con facilidad toda evagación. Piensa que Dios solo y tÍ! estáis en el mun– ·do, y tendrás un gran descanso en tu corazón. Recuerda que el Angel halló a Maria oran– do en su retiro, no fuera en conversación con los hombres. Quien desea penetrar los secre– tos de Dios, menester es que se prive de pla– ticar con los hombres. Así lo hizo Moisés, el cual, dejando a su pueblo en la llanura, permaneció solo con Dios en el monte, meredendo recibir de sus manos la ley santa. Procura leer de vez en cuando estªs cosas, para que se te haga dulce la permanencia en .la celda.

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