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~48 - gabundear con el corazón y con el cuerpo. Bien atado se halla quien, consagrado a Dios, no gusta de andar fuera d,e su celda. Si quieres durar en ella, jamás te encuentres ocioso. La ociosidad y la pereza son las· que lanzan al monje fuera de su celda. Quien ama el silencio y trabaja con sosie– go, será buen guardador de la celda. Si el tedio alguna vez te acometiere, sufre con Cristo en el huerto, y no toleres ser por leve motivo expelido fuera. Si permanecieres en la celda estable y fijo, pronto se convertirá tu caree! en paraíso de delicias. Los santos, encarcelados por Cristo, fueron muchas veces visitados por los ángeles, y consolados soberanamente. De la misma manera si tu te encerrares en la celda pacientemente por Cristo, vendrá pronto sobre tí por la misericordia de Dios la · luz ·del cielo, el gozo de la buena conciencia, y un gran lucro de espiritual adelantamiento. El que reside en la celda, de muchos peli– gros está libre; el que vaga fuera de ella, se expone a innumerables riesgos. No es posible ponderar bastantemente los bienes de la celda, así como tampoco los ma– les que se siguen de andar fuera de ella. El guardador celoso de su celda, eslo tam– bién cuidadoso de su lengua; no escucha mur-

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