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- 37- externas, y sujetarse a determinado plan y ho– rario, de modo que se sepa siempre cuándo se ha de estudiar y cuándo se ha de orar; cuándo meditar, y cuándo trabajar; cuándo estar en silencio y cuándo hablar; cuándo estar solo, y cuándo en compañía de otros; a fin de hacer todas las cosas a su debido tiempo, con dis– cernimiento y orden y no cesar jamás en las obras santas y ejercicios piadosos. Cosas hay que debes huir cuidadosamente: los pasatiempos frívolos, las noticias del si– glo, los hombres mundanos, la conversación con mujeres, la familiaridad con mancebos, las visitas de los amigos, y el entretenimiento con los huéspedes. Estas cosas distraen la mente y manchan la conciencia; y los que en ellas se recrean, sufren quiebra en los bienes del alma. Otras cosas han de conservarse con santa tenacidad: el rigor de la disciplina en el si– lencio, en el ·ayuno, en las vigilias, y otros ejercicios ordenados a la mortificación de la carne. Que si esta no es reprimida con el freno de la disciplina, pronto se levanta contra el espíritu, y despierta muchas tentaciones en el alma; de donde resulta que el entendimiento se oscurece, y el fervor de la devoción se enti– bia. Otras se han de sufrir pacientemente, como

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