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CAPITULO V De la guarda del corazón y de la atención al interior Aunque es el hombre inclinado de suyo a las cosas externas, y con gusto acepta la con– solación de las criaturas llevado del apetito sensitivo, debe no obstante trabajar por reco– gerse en sí mismo por la contrición del espíri– tu, para · no perder mayores gracias en su in– terior. Hácese vago y derramado, sí se deja llevar del gusto de mirar y poseer cosas curiosas. Así, pues, no te descuides en la guarda de tu corazón; y para volver a tiempo a tu inte– rior, esfuérzate hasta con violencia por entrar en el secreto de tu conciencia; que sí ·no tienes paz en tu interior, de poco te servirá la exte– rior que te proporcionen las cosas de la tierra. Mucho aprovecha para la paz y guarda del corazón el ordenar con discreción las cosas

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