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-34- y si con la obediencia van unidas la digní– diid y b ciencia, adquiere el alma singularisi– mn excelencia y brillo espechil entre los san– tos. Un ejemplo de perfectísima obediencia te– nemos en el santo Patriarca Abraham, el cual por obedecer a Dios, salió de sn casa y tierra, y después se mostró dispuesto a sacrificar a su único y amado hijo Isaac, mereciendo por ello ser bendecido desde el cielo, y nombrado Padre de muchas gentes, y honrado en todos los siglos. A la práctica de esta virtud nos exhorta el Apostol S. Pablo, escribiendo a los Hebreos: «Obedeced, dice, a vuestros Superiores, y vi– vid sujetos a ellos; pues ellos velan sobre vos– otros, como quien tiene que dar cuenta de vuestras almas; para que lo hagan con ·gozo y no gim.iendo; que esto no os conviene a vos– otros.-. Esta santa obediencia tan necesaria para la salvación, nos recomiendan muchos testimo– nios del antiguo y nuevo testamento y . ejem– plos muy edificantes de Jos Santos. Lo mismo nos dictan las leyes y derecho escrito, que ha de presentarse a los prelados, con humilde sujeción y rendimiento. Piense, pues, aquel, a quien se le hace duro obedecer y procura excusarse muchas veces, o con astucia sustraerse a la.obediencia;r,ien-

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