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-- 347 - lado las cosas, que ~stán sobre mí, y no las tengo siempre a mano. Por otro lado deseo que se aparten de mi estas. otras, que Dios ha puesto debajo de mi, y sin ser llamadas se empeñan ellas en permanecer a mi lado. Llegan en tro¡Íel. a mi, y con ellas muchos y diversos pensamientos, del mund) unos, otros de la carne, y otros finalmente dei demonio, y :ircundándome por todas partes me dicen: hueso y carne tuya somos, permítenos estar un poquito contigo, sé amigo nuestro y sién· tate aquí con nosotras. Con sus halagos y promesas falsas me ar– man a·sechanzas; con temores y amenazas de males venideros llenan de aflicción mi alma. Y yo, hombrecillo endeble y mortal, me sien– to flaco para resistir a sus empeños, y no con– tradigo con el vigor y firmeza que conviene a sus impertinencias. Y sin embargo, si hago lo que ellas me per– suaden, comprendo que yerro, porque sé que me hablan con dolo, y no es de Dios su per– suasión sino del maligno. Los que de Dios nacen, resisten al diablo, y es~ huye de ellos; y nada hay que los reten– ga a los que con·odio miran el mundo y las cosas que hay ·en él. Y los que en Dios son sabios, no creen a· todo espíritu, mds prué– banlo todo para ver si es espíritu de Dios o ~sp iritu del mundo.