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- 345 - · larse y alegrarse al presente en las cosas de· la tierra. Mira si hay motivo para dole~se y llorar.. Raro es en demasía que el ánimo se recoja en sí p.erfectamente; apenas alumbra muchas ve– ces la.verdad de lo alto; y el alma participa. con parquedad excesivd del celestial alimento. Bien puede, pues, gemir, oprimida del amor · terreno, hecha tan desconocida a Dios y a si. misma. Llore, pues, esta desgracia quien tenga co~ razón en el pecho, y diga con el R. Profeta:. •Comía la ceniza en vez de pan, y mezclaba mi bebida con lágrimas•. · Esto es lo que reflexionando entre mí mis– mo, háceme llorar; que todavía ¡ay dolor! rile veo envuelto inevitablemente en cosas visibles y terrenas, y a veces me deleito en ellas, y, lo que es más grave, con dificultad me arranco de ellas. ¡Ay de mí, cuán nocivas me son es- · tas cosas, las cuales yo detesto, y que sin em– bargo algunas veces me cautivan! ¡Oh lodo, lodo! ¿hasta cuándo te pegarás a mi? ¡Oh tinieblas y peligros! ¿hasta cuándo me veré envuelto en vosotros? ¿h;;sta cuándo os ·sufriré y permaneceré con vosotros? Flaqueza lamentable, con dificultad perma– necer en pié, ser proclive a los vicios, y su– cumbir a las debilidades de la mente. Terreno soy_ y formado de la tierra; de ahí
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