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- 342 -- mésticos, de proceder en justicia, contra tus enemigos, que rechazaban tu reinado, y aca– bar con ellos, que bien lo merecían, o arro– jarlos en la caree! hasta que pagasen el últi– mo cuadrante, o enviarlos en compañia de aquellos, que son atormentados en el infierno. Pero no·quisiste usar de tu poder, sino más bien mostrar tu mansedumbre, esperando con paciencia mucho tiempo, para que se pongan e,n salvo tus elegidos, y huydn de las saetas del arco; esto es, se prevengan con una con– versión perfecta para el juicio venidero. Que si hubieres hecho pesar tu mano sobre todos los que han pecado, hubieras perdido muchos, que son hoy amigos tuyos, y se sien– tan cerca de tí entre los primeros. No tendrías contigo a Pedro, que pecó ne– gándote tres veces; pía Pablo, que blasiemó de tí y te persiguió; ni a Mateo, tan entreg¡~do a las ganancias terrenas, ni a ninguno de los doce grandes príncipes de la Iglesia, .a los que constituiste jueces de toda la !ie~ra. ' Y son ahora ellos los muy amados, y les diste a conocer todas las cosas, que aprendis– te de tu Padre, y has sido clarificado en eJ.Ios, y ~llos han clarificado tu nombre sobre ta tíe– rra. Esto lo hizo tu mano omnipotente, tu mise– ricordia, tu diestra soberana, llena siempre de toda dulzura y suavidad. Pues ocultando tu

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