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. - 339- andaba cerca del infierno, y tú habías sido entregada a la inuerte; pero el Señor se ha campadecido de tí, y ha querido hacer . conti_. go misericordia. Mucho temor te puso el rostr;, de nios, y pensaste en esconderte, como lo hizo tu padre Adán, cuando pecó; pero en vano lo pe asaste. Tamb'ién andabas intentando huir, como Jo· mis, a alguna región apartada, de la presen– cia del Señor. De la·mis'ma manera te equivo– ~aste; pues ni huyendo ni ocultándote, puedes librarte de las manos d.e Dios. Vuelve, pues, por otro camino a la región del cielo, c3míno, que te muestra Dios, para que andes por éL He aquí el camino: •<Haced penitencia >. Optimo consejo y auxilio grande se te ha dado del cielo. El consejo es que hagas condigna peniten– cia, y llorando tus pecados, los casti¡;ues en tí misma; y así perdonada, tengas paz con Dios. El auxilio te vi~ne del Señor, que crió los cielos y la tierra ..EI cual siendo tan grande, se dignó pagar por tí todas tus deudas. En– tregóse a la "\ucrie; y rogó por los que se la daban, para que no pereciesen. Y así con su mtierte te libró a ti de la muerte eterna, y te mereció muchos auxilios por su cruz. Enseñando esto mismo San Pabl" a !os fie– les, dice: destruyó nuestros pecados, d wán-
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