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'1 1 - 333 - que no en la forma del estilo y galanura de 1as palabras. Más se deleita Dios en la oración humilde ·del corazón contrito que en el clamor grande ·de afectadas voces. Siempre halló gracia el humilde; y el que con sencillez dase a la obediencia, tendrá ·buena conciencia y vida tranquila: Es a veces señal de soberbia oculta desear sentir mucha devoción o tener revelaciones; j úzgate más bien indigno de toda consolación divina. Pensar en tus defectos y excesos agrada :más a Dios y es más util a ti mismo, que in– ·dagar los celestiales secretos. Mientras no seas humilde de verdad, y del todo mortificado, de modo que ni te deleiten ·las alabanzas ni los oprobios te conmuevan, ·,no te conviene aspirar a cosas más altas. Varias veces reprimió Cristo la curiosidad de los apóstoles acerca de lo futuro o .de co– sas sutiles; ¿por qué quieres tú saber lo que ·está muy por encima de tu conocimiento? Limpia tu conciencia, guárdate de la pre– sunción y trabaja por saber y cumplir la divi– .na voluntad, y no la tuya. Así lo deseaba el santo rey David, gran co· nocedor de los secretos del cielo, cuando de– ·cía: Señor, a tí me acojo, enséiiame a hacer tu voluntad.

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