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- 331 - tu, y se alegrarán en tí los ángeles, y te sos– tendrán en los ataques del enemigo, para que no te venza, y luches con valor y le resistas varonilmente. Guárdate de lo que sabe a ciencia mundana ·y vana estimación de los hombres; antes, sí, bas de seguir siempre caminos de humildad, como lo hicieron Jesucristo y su santísima ' Madre. Mira también a la vida, doctrina y pacien– cia de los santos, los cuales poseyeron la ver– ·dadera sabiduría, con la cual procuraron agradar a Dios solo. No deja el Señor a sus elegidos del todo afligidos en el mundo; Ievántalos a su tiempo en los trances que les amenazan, para que no incurran en mayores males, los cuales por ventura no podrían tolerar. Debes pensar atentamente en tus defectos, y dolerte mucho de·ellos; para que no seas vencido y ca:gas en la tentación. Pide al Señor en primer término el remedio ·de tus propias l)liserias; ruégale después ' por tus amigos, vivos y difuntos, como lo reclama la caridad fraterna. Pero más -debes confiar ·en la gracia ' y misericordia de Dios y en la intercesión de los santos que en tus ruegos y buenas obras. Ten fijo en tu alma· el propósito firme de .en mendarte, y si cien años vivieres, piensa

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