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¡ 1. , • -321- ción de la virtud. Confieso delante de Dios que es rnia toda la culpa. Pero cuanto más me humillo y reconozco por los impedimentos que pongo en el carni· no, tanto más facilrnente obtengo el perdón y llevo )" carga; confortado con el recuerdo de la cruz de Cristo. ¿De qué me sirve achacar a otros el impe– dimento que encuentro? Aun cuando lo hicie– re con justicia, esrne todavía mucho mejor ca– llar y sufrir con paciencia; que las quejas en ·verdad no me mejoran. Y si no tengo razón, me conviene ·más ceder á tiempo, que no !,arde. Oh mi amado Jesús, ayúdarne a llevar la carga, porque sin tí no puedo nada. Tú eres amigo fidelísimo y auxiliador inmejorable en tiempo de necesidad . Conviéneme aceptar .el que pasen .por mi todas las contrariedades, y llevar con igual– dad de ánimo, aunque me sea duro y pesado, asi lo justo como lo injnsto, y en todo resig– narme con entera voluntad; que muy pronto tendrá fin en el mundo tanto el gozo corno el sufrimiento. Bienaventurado el que sabe d~scansar en las divinas promesas, y dej J. a Dios hacer con él en tÓdo tiempo según su beneplácito, sin preferetÍcia alguna ni requerimiento. Gracias te doy, Señor, lo mismo por la