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-26- ligada en la lucha contra la tentación, deje de buscar a Dios y de invocarle; y así por fin abandone por el tedio y desaliento el camino empezado y la solicitud por la guarda del co- razón. ' Estas son las obras del enemigo, de aquel que fué arrojado de la presencia del Dios del cielo. Pues.como él se halla apartado de Dios, no cesa de maquinar todo género de males con– tra los que obran bien, especialmente cuando quieren vacar a la oración, y convertirse al in– terior, y llorar amargamente sus pecados. ¡Con qué astucia y perversidad persigue él malvado a las almas buenas! Teje sutilmente su red y la extiende por todo el mundo. A los religiosos y a las monjas, a los súbditos y a los prelados, a los qu~ viven solos y a los que llevan la vida de comunidad; a todos tienta y solicita, para ver de pescar siquiera sea un pececillo con el anzuelo de la concupiscencia, y sacarlo de la piscina del claustro, y arras– trarlo a la ribera del siglo, donde por la vista y por el oído, por las diversiones y pasatiem– pos lo inficione con el contagio del pecado, y le hafla morir a la gracia de Dios. Nadie, pues, se tenga por seguro y sin peligro. Cuide, por tanto, el religioso siervo de Dios de ¡pardar con diligencia sus caminos, y re– prim'r la disipación del espíritu y de los sentí-

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