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- 302 - silencio, elevarse sobre sí mismo y esperar la llegada del amado Jesucristo! ¿Quién dudará que el tal fuera feliz, y que con María Ma gda· lena había escogido la mejor parte? Entiéndalo quhm pueda. Mas no tod o~ as– piran a esto, ni arden en deseos santos de conseguir los bienes internos. Los que son del mundo, previene e.I Evan– gelio, del mundo hablan, y el mundo lo s oye; el que es de Dios, oye la palabra de Dio?.. Qué cosa más digna de admiración que no proferir jamás palabra ociosa, y JÍJostrarse en toda ocasión solícito y cuidadoso? Hombre perfecto llama el Apesto! Santiago, al que tal hiciere; pero nadie puede por si solo 1ominar su lengua. Mas como para Dios nada hay imposible, lo que ·no podqnos por nosotros, se noc ha e~ po– sible con si ayuda; que escrito esta: ·.;~o :~ay cosa imposible para Dios•. Ptro nosotros pobi:ecillos, nosor:·e;:. :;omos los que nos engañamos a nosotro·; ;;:ús:mos : porque no buscamos medios pa:·z. '.'•en rer nuestras malas costumbres. ¿Quién no ha experimentado en ;í )::; duro que es y difícil ent~ar en la tranquí11''la -1 del si· lencio después de. largas e inútiles :onversa– ciones? Feliz aquel que aleccionarlo poclos cs– ti nwlos de la cc:tcie.ncla, a causa ·dz !lO 1nJb~r gnrtniado q! s1:endo: hácese máS" r;r.::'a\.:id0 ' ¡· .,
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