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'" t ' - 301 -- la devoción, si al mismo tiempo no descuida otros ejercicios de piedad. Que de poco ser– ·viria la guarda de la lengua sin la guarda del -corazón y la práctica de las buenas obras. Por eso los que gozan en el silencio de una e ompunción saludable, ellos ciertamente sa– ben su valor; saben, que su virtud y espiritual reposo les vienen de la guarda de su lengua. Y el adelantamiento, que en si notan, com– prenden es debido a no verse sujetos a pueri– les ligerezas. Puede aplicárseles a ellos lo que se dice en 1 os Salmos: •No hay destrozo en su cerca, es a saber, del edificio espiritual,ni paso ni gri- 1erio en sus plazas•. Es decir: en la cámara de su corazón no hay concurso alguno de negocios seculares, "Di se nota el menor estrépito de pensamientos inútiles. Y como están unidos con Dios en su inte– rior, se hacen como sordos e insensibles a los negocios del mundo. Dichoso fué llamado el pueblo que gozaba de estos bienes, porque d Señor Dios era su protector. ¡Oh si se le diese al siervo de Dios gustar con frecuencia las delicias espiritu.ales de su silen– cio y soledad, cómo por la abundancia de ellas . repetiría enajenado estas palabras: Qué bue– no y agradable es permanecer solo y guardar

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