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-297 - Es ella a 1¡¡ verdad la que libra a los prin– cipiantes de muchas tentaciones y peligros. Y para los perfectos y espirituales, para aquellos, cuya conversación es en el cielo; para aquellos, que aunque con el cuerpo se hallan en la tierra, tienen su pensamiento iijo en los bienes eternos, es la soledad corno un lugar y paraíso de deleites, arnenísirno huerto de delicias. Pues en aigún modo parece que los siervos de Dios se encuentran a si mis– mos, cuando se hallan solitarios en su retiro.. Util es, pues, y necesaria la soledad para· todos los que desean adelantilr en· el camino de la virtud. En ella cuántas veces conmovido el corazón, lloramos nuestros yerros pasados, examinarnos nuestro presente y nos preveni– rnos con cautela para lo futuro. Vese, pues, que de la soledad reporJarnoso muchos bienes, ya llorando nuestros males,. ya ejercitándonos contrd los vicios y tenta– ciones, ya buscando medios para sojuzgar· las pasiones, ya consolándonos al ver nuestro avance en la virtud. En ella se enciende más fácilmente la devoción, y se obtiene el que no se extinga ni amortigue esta en el corazón. Mas para que no miremos corno cosa gran– de y dificultosa nuestra soledad, vamos a los. lugares de retiro de los santos Padres. Pre– guntemos por Pablo, primer ermitaño, por· Antonio o por Macario; y encontrándonos con.
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