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-292- ni todas las aguas juntas del mundo bastarán para apagar sus llamas. Por tanto mira con horror los pecados car– nales, si quieres evitar los fuegos etemales. No quieras perder tu alma preciosísima, qu~ redimió Jesucristo con su·sangre. No quieras contristar a los ángeles y deshonrar a Dios. Teme al Señor, y no ames de tal modo la carne que por ella vengas a incurrir en la condenación eterna. Pues •si viviereis según la carne, moriréis; mas si con el espíritu mor– tificareis los apetitos de la carne, viviréis •. ¡Oh! qué pronto pasan los deleites del mun– do; y qué largos serán los tormentos del in– fiemo! ¡Qué pronto se arrepentirá uno de ha– ber obrado mal; y qué amargo será el remor– dimiento del pecado cometido! ¡Cuánto se alegrarán los que no admitieron ninguna mala obra; y con qué confianza tan grande aguardarán el dia del juicio los que no mancharon las vestiduras de la gracíai . Entonces estarán en pié los justos, que vi– vieron con sobriedad y pureza, frente a los demonios que los tentaron e instigaron al mal; frente a todos los que les ofrecieron oca– sión de escánd11lo y ruina. Entonces también se verán a la izquierda los m·alos, los adúlteros, los incestuosos, los incontinentes, los que se entregan ahora a co– milonas y regalos. Los cuales temblarán de

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