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- 291 -- leitaste con el hed or de la lujuria, y no con el aroma de ia santidad. No te recibirá, pues la tierra, si no es para cubrir tu miserable cuerpo, el cual será man– jar de gusanos, hasta que temblando ella al sonido de la trompeta, lo lance de si, para ser arrojado junto con tu alma en el infierno. Allí será tu habitación; y serás encerrado como en un pozo hirviente, en el cual no ha– brá redención. Allí serás atormentado de día y de noche, y nadie te será propido, porque manchaste tu cuerpo, y cubriste de confusión tu alma. A ·los amigos de -Dios y lumbreras de Jos cielos, es decir, a Jos ángeles y a los arcánge– les llenaste de rubor; porque brilland-o ellos por el candor de la pureza espedal mante, tú más hediondo y repugn ante que el pus más asqueroso, serás apartado de su vista, y en– tregado a las hogueras :ll'dientes de los de– moniOs, cuyos rostros son más negros que el carbón, y sus fauces insaciables y sus ojos horribles y llenos de protervia sobre toda pon– deración . Por tu indómita sensualidad y abon]inable concupiscencia, en la que quisiste deleitarle en el tiempo, te verás obligado a sufrir tor– mentos infernales para siempre. Pvrque el fuego del infierno arderá de tal manera con– tra los amadores de la lujuria, que ni el mar