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- 286 y más canto se mostrare en sofocar el fuego· impuro, que empezaba a arder en su corazón. Asi lo vemos hecho por el Patriarca )osé,. .,~ . ~ joven castisimo .cuando la mujer impúdica fijó sus ojos en aquel espejo lucidisimo de pu- reza: huyó, y salió fuera. Muy circunspecto, pues, y temeroso debe andar quien en la carne fragil y corruptible . desea vivir casta y santamente. Tiemble mucho y guárdese con el m&yor cuidado todo ánimo juvenil, porque muchas .· son las asechanzas y grandes los peligros, con los que suele dar su incauta inexperiencia. Incierta es la victoria y muy molestos Jos combates; no hay edad, no hay sexo, que ~ue­ da prometerse quietud entera en la castidad. Ha de recordarse con frecuencia el tropiezo lamentable de Sansón, hombre santificada, el cual no pudiendo ser sujetado con cordel<s ni cadenas, fué vencido por los halagos de :ma mujer, y entregado a sus enemigos; los c!iales le sacaron luego los ojos, y maniatado condu– jéronlo a su ciudad. Porque el alma vencida por la blandura de la carne, es entregada al poder del demonio. para ser escarnecida, el cual con exchadón de deseos y deleites carnales pervierte su in- tención espiritual, que viene a ser como los ojos del corazón; y atada con esas li.~aduras es arrastrada a los peligros del siglo, o, 10 gue

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