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--- 283 - del en~migo la que no supo guardar fidelidad p~rfecta al inmortal ~sposo? Aleje de nosotros el Señor semejante pena, .antes bien se digne concedemos más abun– dante la gracia de su espíritu, con la cual me– -rezcamos ser santificados, y fortalecidos con– tra los embates de la came. Pidámosle remedios saludables, con los cua– les sea adormecido el lomes de la concupis– cencia y aumentado el vigor de la castidad, para .que seamos templo de santificación, y como a los santos conviene, nos conservemos inmaculados con Cristo, según aquello, que canta el Profeta en los salmos: A tu casa, Se– ñor, conviene santidad en todo tiempo. Aprovecha en gran manera, para merecer la gloria de la castidad, la virtud de la tem– 'planza, la cual desdeña los manjares delica– dos y las bebidas excitantes, anima a reprimir la lascivia con ayunos y vigilias, recomienda el trabajo de manos y la ocupación en obras agradables a Dios; porque la ociosidad y las delicias son los salteadores de la castidad. Mas esta virtud preciosa, amadora de toda gracia y santidad, persuade sabiamente la renuncia de todos los afectos terrenos, para no vernos privados de los dones celestiales, y :mirados como indignos de ia compañia de los santos, diciendo así: Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, del reconocimiento

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