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·. ! - 282 - Grim vigilancia han d~ t~n~r, si qui~r~n (ons~n·ars~ puras, las almas d~votas, para qu~ nos l~s arrastr~ ~~ imp~tu d~ la carne a oír, hablar, l~~r o cont~mplar obj~tos, de los cuales pueda d~spués brotar la t~ntación. Mas aquellc s, qu~ por gracia especial de Dios, no si~nt~.n tan vivo el aguijón de lacar– ne, y par~c~n gozar del gran don d~ la casti– dad, si no s~ abroquelan todavía por d~ fuera con la guarda de los sentidos, se aproximan, sin sentirlo, al precipicio, y corr~n el peligro de caer de él. Que de fuera y por los s~ntillos entra lo que ,su~le viciar la pureza d~l alma y con sórdidas delectacion~s corromperla muchas veces, has– ta causar]~ la muer!~. D~ aquí la n~c~sidad d~ guardar c~rrada la pu~rta d~l corazón, para que ~n él no se gra– b~n las ~sp~ci~s d~ las cosas ant~s vistas u oídas; no s~a qu~ las qu~ par~cían ya olvida– das vu~lvan a resurgir por d~scuido del hom– bre, y d~n al trast~ con la paz d~l corazón y la tranquilidad d~ la conciencia, y no dej~n disfrutar las d~Jicias de la castidad. Núblas~ pronto la m~nt~ pura, si se pierd~ ~1 recogimiento int~rior a causa de la disipa– ción de los sentidos d~l cu~rpo; y la qu~ podía ~star rebosando satisfacción y gozo, se vé 11~na de tristeza y amargura. ¿Qué ~xtraño, pues, sea ~ntregado a la befa

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