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,. - 278- Llénase de estupor la naturaleza, lc;s ánge– les se maravillan, los arcángeles se alegran, y se regocija la corte celestial en la contempla– ción de la belleza de esta virtud sublime. Sale Jesucristo al encuentro del alma, Jesu– cristo amador de la castidad, defensor de la pureza, sale al encuentro del alma, que adop" tó por esposa, y la saluda con afecto, y se ale– gra con ella, y entona a su llegada versos, como este, del Cantar de los Cantares: ¡Qué hermosa eres, amiga mia, qué hermosa eres! Tus ojos como los ojos de las palomas. ¿Qué decís a esto, hombres miserables, co– rrompidos en cuerpo y alma? ¿No halagan vuestros oídos estas voces de felicitación, es– tas delicias reservadas a las almas limpiaS y castas? ¡Ah! si quereis entenderlas y gozar de ellas, daos a la pureza, guardad con cuidado la templanza, y conservad limpias vuestras ma– nos de todo inmundicia. Y os vendrá de Dios la alegria y gozo ine– narrable, que sólo perciben los ¡:¡ue despre– cian las vanidades del mundo, y apartan el pensamiento de sus sensuales deleites. Ea, ,pues, hermanos carisimos, apliquemos con atención el oido, que viene a nosotros el celestial esposo. Y vosotras vírgenes de Cristo, prevenid

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