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- 272- Depuesta la confianza en nósotros mismos, ·esperarlo hemos todo de la bondad de Dios, que no faltará nunca a los escogidos en esta v!da mortal. · Superior es a nuestras fuerzas esta virtud santa, y Dios es el dador de ella; mas la con– fiere·no a los ingratos y soberbios, ·sino a los humildes y contritos de corazón, qlle claman a él todos los días en la oración, diciendo: Crea en mi, Señor, un corazón limpio, y pon en mis entrañas un espíritu santo. De su piedad habemos de esperar nos con– ceda esta virtud, él, que sabemos, déjase ven– cer de las lágrimas de los santos. Con su inspiración y auxilio nos propone– mos hablar un poco de tan ad.mirable mar– ~arÍta. Semejante es el reino de los cielos a un co-. merciante, que anda en busc~ de buenas mar– garitas; y habiendo dado con una muy precio– sa, vendió todas sus cosas para comprarla. En estas palabras nos avisa jesucristo.y nos exhorta al amor de la castidad, comparándola con cosas de valor subido, cuales son las pie– dras preciosas. Así como no se hallará noble alguna que no quiera adornarse con el brillo de las pie– dras preciosas, si sus facultades st lo con– sienten, y aparecer con óptimo vestido entre sus sem~:jantes para no pasar por menos que
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