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-264- mente mirando su miseria inevitable, <..:ómo Sí mostrará alegre, considerando el duco destie– rro, en que se halla? Sintiendo estar ausente aquel, a quien tanto ama, bien saben los amantes cuán grande es el sufrimiento. Empero los que no aman, no entienden estas cosas, ni qué dolor experimente el alma san– ta, que ·dejó todas las cosas terrenas para ir en busca del celestial esposo. Que por eso, sobre todas las consolaciones quiere tener por consuelo de su corazón a Cristo, que es su esposo y amigo dulcísi mo. Muchos, dejándose llevar de afecto:; vanos y terrenos. sienten en demasía les quiten o dilaten algún bien corruptible, porque lo con– sideran util para si o deleitable; y se aiegran de su consecución, y se deleitan mirándolo· con frecuencia. Si, pues, esto sucede en los corazones de los necios ¿cuánto más habrá de. suceder en el alma devota con el amor del Ha– cedor Supremo? Cuando es visitada por la gracia de Cris– to, luego brota en ella una alegría nueva, le, vántase con la esperanza de las cosas eter– na$, alégrase vivamente en su corazón, y con toda la fuerza de su interno afecto entl't gase al goce de <:sta celescia; dulzurd. Y deseando saciarse por completo de este suavísimo manjar, del que brota dulzura !an– ta, alire su boca y at~ae a sí el espíritu, di-

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