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-21- res lamentar triste caída: no te engrías ni te jactes vanamente, si no quieres verte humi– llado y derribado en tierra. Aunque vivas en monasterio o soledad, no por eso te hallas libre y exento de tentación y peligro; que a Cristo, lleno del Espíritu San– to, se acercó el demonio a tentarle en el de– sierto. Mientras vivieres en el mundo, tendrás 'que luchar contra las iiSechanzas diabólicas, y contra tus propias pasiones. Y si alguna vez parece cesar el enemigo por algún tiempo en sus acometidas, no te fíes, que lo hace con engaño, a fin de sorprenderte después tibio y desprevenido, y derribarte de improviso y traidoramente. Tiéntate en el coro, para que cantes lángui– da y desmaceladamente los salmos, y atien– das poco al sentido de las palabras. Tráete entonces a la mente la representación de las cosas que antes has visto Ú oído, para robar– te el fruto de la oración, y convertirte el coro en una ocupación grave y fastidiosa. Tiéntate en el refectorio, para que comas demasiado, o con demasiada avidez; o bien para que murmures de la calidad o condimen– to de los manjares. Tiéntate en la celda, para hacerte enfadoso d trabajo, y molesta la oración y cansada la lectura; a fin de que salgas pronto de ella, y

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