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- 262- que le ama es ya mucho el poderle alaba:· si– quiera un poco y predicarle admirable en ellos. Y si aun para esto se considera insuficiente, para emplearse, digo, en las divinas alaban– zas, ocúpese. al m~nos en llorar sus propias miserias. Y esto por ventura le será más pro– vechoso, por cuanto se echará de ver que no aspira a gustar cosas muy altas, anies bien procura mostrarse agradecida a menores be– neficios. Es orden conveniente para llegar a Dios subir de los deseos inferiores a otros más al– tos, y volver después humildemente al reco· nocímiento de la flaqueza primera. Allí ha de pernianecerse por más tiempo, donde se conoce ser el lugar más seguro; y quien ascender quisiere, con humildad y te.– mor ha de intentarlo; y no abatirse mucho en su descenso, que a los humildes es a quien está prometido el reino de los cielos. Alli, pues, more, en la ba jeza, con gr~n contenta– miento y gozo. Y cuando sintiere horror naturaleza, y no quisiere rebajarse el hombre camal, llénelo de terror el fu turo juicio, donde serán confun– didos todos los soberbios y presuntuosos. Dichosa el alma, que elige en este mundo el .último lugar, y se lamenta a cada paso de su gran miseria. ..

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