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- 257 sas p!'esentes, ama !as futuras, y aguarda su llegada, para oír d¿ sus labios en la hora de la mue•·t~: Y~ !lega d esposo, salid a su en– cuentro. Llev;:¡ una vida casta, semejante a los ánge– les ,j¿ ] cie'o, y sólo trabaja por mostrarse pura y sin mancilla a su esposo Cristo. Quie– re, mientras llega esa hora, carecer de todo ~onsuelo,' para ser consolada por ~1 más ple– namente, y lamenta verse afectada de deseos terrenos; que de lo contrario no podri1 apa– recec pura y limpia a sus ojos. De aquí el que se reprima tanto en su interior, y que rechace en su indignación, lejos de aceptarlo, cuanto se le pega del exterior. Y no hay que admirarse; pues teme sea ofensa al amado el afecto a una sola cosa, que no sea ~! mismo. Quiere unirse a el solo, al cual no puede amar perfecta y castamente junto con otras cosas. Y así decía una de es– tas almas: A él solo guarde fé; a él me entre– go ,por completo. 'No le falta sin embargo algún consuelo aún en d destierro de esta vida, si bien no sea un gozo completo. Recibió las arras del esposo, mas no al esposo mismo. Lee el anuncio de sus bodas; pero ne ha llegado todavía su hora; cuando llegare, será introducida, no se le hará esperar. Recibido ha las galas y ade- ' ¡