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:., -256 - ce.grande y precioso en los hombres y en to– das las criaturas, y cómo no permanecen en un mismo estado, sino que se muda todo y perece. Allí, pues, ha de buscar el alma su consue– lo, donde solo se halla la plenitud de la ver– dad y de la eternidad. Y de aquella fuente inagotable ha de pedir el agua viva para re– frigerar su sed y consolarse; porque vale más una,gotita de aquella dulzura divina que un pozo lleno de deleites.terrenales. Eng*ñase miserablemente quien bus.ca ser consolado en el tiempo; y pierde el solaz del g9zo verdadero el que sigue el amor engaño– sode este mundo. ¡Cuán feliz y verdaderamente santa es aque– lla alma, que sólo se apacienta del amor de. Dios, y corre.en pos del suave perfume de las virtu.des; cuyo único deseo es, despreciando las visibles, saturarse de las cosas invisibles y divinasí' . .Muy sabia se ¡nuestra ciertamente, pues por cosas viles. y pequeñas se procura las celes– tiales e. inmensas; por las transitorias, las· perpetuas; por las feas, las hermosas, por las tristes, las alegres; por las amargas, las sua– ves; y en una palabra, por la nada, todas las cosas .. Ella busca ya en la tierrá al celestia.l·.espo– so, por cuyo amor le causan fastidio las co-