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- Z55- Por eso vuelven muchas •~ces al estado primero, porque renunciando en parte sóla– mente las cosas, y no dejando del todo, según la sentencia del Señor, las cosas terrenas, conservan todavía en si los lazos, en que tro– piezan y caen miserablemente. Mas el verdadero siervo de Jesucristo ha de despreciarse a sí mismo y todas sus cosas por amor de Dios, y nada quiera conservar ele! mundo, que le sirva de estorbo en el camino para conseguir el fin que se propone. Apren– da a vencerse a sí mismo por el fervor de las virtudes y la gracia del Espíritu Santo, así como antes supo con su inspiración despre– ciar las cosas del mundo. ¡Dichosa el alma, que acierta a desprenderse de todo lo que pa– rece brillar en la sombra de esta vida! Esta es la perfecta renuncia: dejarse uno a sí mismo de corazón, y no buscar consuelo en criatura alguna; pues en cuanto se desea des– ordenadamente algo temporal, ya no se prac– tica una abdicación completa; y mientras no se apreste al desprecio de todo lo presente el siervo de Cristo, no espere recibir de Dios la santa consolación; pues el que corre tras"lo que apetece en el exterior, por fuerza tiene que enfriarse en el amor de Dios y en la ~e­ voción. Y ·debe pensar con frecuencia y meditar atentamente qué pronto se acaba lo que pare-

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