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-248 - raré. Bueno es el Señor para los que en ér confían; para el alma, que le busca; porque no rechaza Dios a los suyos para siempre. Dice el tercero: ¡Ay de mi! que ando como quien recoge racimos en el otoño, y· ninguno encuentra para comer; higos sin madurar ha deseado mi.alma. ·Ha perecido en la tierra el santo, y no se encuentra uno recto entre los hombres. Pero se consuela a sí mismo, añadiendo: Yo miraré al Señor y esperaré en Dios mi salva– dor; oiráme el Dios· mío. Cuando estuviere sentado en las tinieblas, el Señor será mi luz. Su'friré su ira, porque he pecado contra Él. El me sacará a la luz y veré su justicia. · He ahí los testimoniós de los Profetas, en los tuak~ se vé cómo sufrían amarguras en su corazón, y como se consolaban en ~1 Se– ñor. Conocida os es tainbién la paciencia de Job.. Grande espejo de paciencia ciertamente para mis siervos, para su consuelo. No ignoráis tampoco otros sufrimientos, persecuciones y tentaciones de los santos. Ellos y especialmente los mártires, fueron probados con mayores tribulaciones; y ·por la paciencia triunfaron de sus perseguidores. ¿No es verdad, si bien se considera, que no merece ser coronado sino :el que peleá varo-

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