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-239- Todo esto obra uno solo y mismo Espíritu tnyo, que reparte sus dones a cada uno según le place y sostiene nuestra flaqueza, y nos ·consuela durante nuestra peregrinación en este triste destierro, en que nos hallamos reteni– dos. Pero ya lo sé, Señor; esta es la Hora de Tercia, cuando Pedro abrió su boca y habló tus palabras con gran confianza, cuando fué lleno del vino nuevo, que al~gra el corazón del hombre, cuando fué ungido con el óleo de gracia y exultación igualmenk que sus com– pañeros. Esta es aquella hora, de la cual dice su CO" aposta] Pabl0: •La caridad· de Dios se ha di– fundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado; pues no hemos re– cibido el espíritu de ,este mundo, sinq el qu~. procede de Dios. Por lo que es :ribió diciendo: · «Aiegráos siempre, hermanos mios, en e'l Se– ñor; otra vez vuelvo a rcpet.roslo, alegráos; porque el Señor está cerca•. Ciertamente estaba ;:crea pa"a él, que había recibido de Dios tanta abundancia de gracias, que después de hailarse Heno, podía repartir de su abundancia a los demús tan múltiples consolaciones. "Ya nos 1evdntemos con la mente a Dios, ya nos hayamos sobriamente con vosotros, todo es por vosotros, hermanos carisimos)).

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