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-l. - 238 -·- bienes obra en la tribulación la verdadera pa– ciencia. Asi, pues, no busques la paz sino en Dios, la paz y gozo en el Espíritu Santo, que: no puede darte el mundo. -Y dije: ¡Oh paz y gozo de mi Señor jesu-· cristo! ¡qué hijos engendras, y de qué modos tan maravillosos penetras en sus almas! ¡Oh. paz y gozo en el Espíritu Santo, que no se dá a Jos impíos y solo obtienen Jos humildes y· .devotos siervos de Dios! ¡Ojalá rasgaras los cielos, y bajaras a mi y visitaras con frecuen– cia mi pobrecita alma, para saber yo por ex-· periencia cuán benigno es el espiritu de sabi– duría y cuán grande sea la paz que esti reser– vada para Jos que aman tu ley y gustan · la. suavidad del Espíritu Santo! ¡Con qué gusto despreciaría entonces todas las cosas te¡·renas. y caducas para gozar siempre de su dulzura!. ¡Con qué paciencia recibir.a todas las ad ·ter – sidades, sienrlo as1 que con su amor apenas hallaría cosa dif.cil ni pesada! ¿Y qué poár.a entJn~es deleitarme cuando . asi me absorbiese él completamente? ¡O<: qué· suave · e:s, oh - Señor, tu espiritu, que a fjn .de– mostrar tu dulzura para con Jos hijos •'le la gracia, con pan suavísimo bajado del cielo llenas de bienes internos las almas ham:O-;-jen– tas, dejando ayunos a los ricos desdeño:;os, porque son indignos de la consolación d~ los– santos.

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