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-214- darles un ejemplo de perfecta humildad y re– ciproca caridad, se levanta de la mesa, se quita su vestidura, y echando agua en un ba– rreño, comenzó a lavarles los piés con sus manos santísimas. Y dijoles al terminar la piadosa faena: «¿Sa– béis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamais Maestro y Señor; y decís bien. Pero si yo, Señor y Maestro, os he lavado los piés, también vosotros debéis lavároslos unos a otros; porq¡,e ejemplo os he dado, para que vosotros lo hagáis de la misma manera •. ¡Oh ejemplo verdaderamente sublime de humildad! He aqui que Dios se hace siervo de los hombres, y el hombre no quiere suje– tarse al hombre, mejor dicho, no quiere suje– tarse a Dios. Confúndanse y avergüéncense todos los so– berbios, que menosprecian el consejo del Hijo de Dios. Nos has vencido, Señor, nos has vencido con la fuerza de tu humildad; nos vemcs con– Jundidos en nuestra soberbia; cubierto está de confusión nuestro rostro. -¿Y qué debi hacer yo por ti, oh soberbio, que no lo hiciese? ¿Me miras extrañado? ¿Piensas acaso que eres mejor que yo? Si no te lo pareciere, te humillarías sin duda; pero tu soberbia sube de punto siempre. Convertíos, hijos de los hombres, y no pre-
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