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0 -------------------o -o 0,--------·-----------10 CAPITULO 11 DE LA HUMILDAD Mas pasemos ya a hablar de la virtud de la humildad, la cual si no va unida con la po– breza, esta última no puede ser agradable a Dios. Háblame, pues, Dios mio, de la humildad, como me has hablado de la pobreza. De mu– chos modos hallo que la recomiendas en la Escritura, y de manera admirable veo que has brillado en ella. ¿Quién así pudo mostrar y enseñar la hu– mildad verdadera com" un Dios, que quiso hacerse hombre? Bien puedes decir a todos: «Aprended ;de mi, que soy manso y humilde de corazón•. Y aunque no tuviese otro ejemplo de humil– dad que a Ti, dulce jesús mio, ni otro motivo de humillarme que verte a Ti humillado por mi, Tú solo en verdad me bastarías. ¿A quién seguiré, si a Ti no te sigo; a quién creeré si a Ti no te creyere? ¿Y quién podrá
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