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- 211 ·- míos? ¿no habéis oído mi vnz? Ya veis cuan– tos testimonios he aducir! <> po1r.1 hacerys ama- ble mi amiga la pobreza. ( Amiga la he llamado, pnrq iH' nm los actos de mí vida la hice prech.lstsinlrt, pctra _que ( aprendan a no despreciarla los reyes y prínci– pes del mundo, antes lo miren y v,·uercn como nobilísima señora; a la enal el lle y de cielos y tierra, que ~s sobre todos Jos l'l'yt~s, honró en su sagrada infancia. Si no creéis a mis palabras, creed a mis obras. Id, pues, y ved el lugar, en que fu~ puesto vuestro Señor, ora en el pesebre ora en el sepulcro. ¿Y no soy el Cristo del Señor? Palpad, pues, y ved que no tengo yo riquezas ni regalos, sino unos pañales y un sudario. Creed, pues, que no soy rico, y tened cariño a mi pobreza. Baste lo dicho en alab1nza de la pobreza, la cual es en verddd dign?. de toda loa, y de– ben amarla mucho todos los siervos de Dio~; porque Dios y sus santos la han preferido ¡¡ todas las riquezas del mundo.

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