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- · 210 -- En todo quiso hacerse semejante a mí, en la edad, en la vida y en el parentesco; porque se hizo niño pequeiio y pobrecito, y no esco– gió padres ricos sino pobres. Grande es, pues, parct mí, el motivo de glo– ria y regocijo, grande la confianza y consuelo en jesucristo. Consoláos, cousoláos, pueblo mio, dice el Señor vuestro Dios. ¿Y quién es el pueblo del Señor sino sus pobres? No son pueblo de Dios los ricos del mundo. ¡Ay d~ vosotros, ricos·, que tenéis aquí vuestro consuelo! Ya lo tiene dicho jesús: ·Bienaven– turados los pobres de espíritu, porque vuestro es el reino de los cielos•. Ya se entienda de la pobreza corporal, ya •le la pobreza espiritual, ha de ser en todos amada y celebrada la pobreza voluntaria. Ea, pues, no despreciéis a ninguno de estos pequeñuelos, que en mí creen y se han hecho pobres por mi nombre; pues Yo, dice el Señor, soy el Padre de los pobres, y el juez y defen– sor de los huérfanos y de las viudas; acojo el <leseo de los pobres y está atento mi oído a la súplica y abatimiento de sus corazones. :>lo los toquéis ni les hagáis daño por fuer– za ni por fraude; yo soy el vengador de todos; no queráis contristarlos, porque mios son to– dos fos pobres. Ahora, pues, ¿dónde esfaís, p0brecítos
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