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- 209- go dicho, que no ha de ser el siervo más que su Señor. En la humildad y en la paciencia está tu fortaleza y consuelo. Y contestando la pobreza en la persona del pobre, dijo así: Sierva tuya soy, hágase en mí según tu voluntad. Tú, Señor mío, has hablado a In sierva; y ¿de dónde a mí tanta dicha de haber hallado grada en tus ojos? ¡Qué clemente eres, Señor, en tus misericordias! miras con bondad a una peregrina, bendices a una viuda, y no .aban– donas a una desolada. No cabe en sí mi corazón de gozo al ver a una majestad tan grande no dedignarse de mirar a una enferma; a una alteza tan sobera– "a preocuparse de una abyecta y pisoteada; a un rey tan poderoso amar a una pobrecilla. . ¿Y qué es todo ello sino riquezas de su bon– dad, entrañas de su misericordia y dulzur¡¡ indable de su caridad? Ya hubiera sido dignación grande el haber– .se acordado de mí y enviarme al último de sus siervos; pero he aquí que se ha levantado de su solio, y cambiando el poder real por la pobreza, ha querido convertirse en hombre poli_re, revistiéndose de la forma de siervo, y no sólo de siervo sino de mal siervo, para ser entregado a la muerte y crucificado por todos, Él, que nada debía a la muerte, y en quien no Jué hallado pecado alguno.
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