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- 207 - pone cosas arduas, para que tengan siempre con que ir creciendo en la virtud. Por eso insiste ella con !renuncia en traba– jos y fatigas; ni come su pan odosarnente, en consonancia con aquello de S. Pablo: «A na– die fui de carga, sino que trahojando de día y de noche, no comi de balde mi pan•. Pero la humildad a una cou la pobreza se queja de algunos con el R. Pro!etd "d" que no toman parte en los trabajos de los hom– bres, ni son con ellos azotados; que por eso se apoderó de ellos la soberbia•. Y en el Evangelio, •viendo el Padre de fa– milias a algunos que estaban ociosos en la plaza, les reprendió, diciéndoles: ¿Por qué es– táis aquí ociosos todo el dia? Id a mi viña, y os daré lo que fuere justo•. La pobreza toma su poco d~ descanso de cualquier modo, en camas ma1aparejadas y muchas veces en jergones de paja o en esteras de esparto. Pero tampoco la humildad descansa en le– chos mullidos ni preciosos; ni quiere el menor consorcio con las cosas de este mundo, pues sabe bien que Juan Bautista se vestía con una túnica tejida de pelos de camzllo, y que los que se visten con vestidos delicados, viven en los palacios de los reyes. Y también me oyó decir a mi: <Las zorras tienen cuevas, y las aves del ci ~lo, nidos, mas

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