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- 206- humildad. Por estas cosas externas te darás a conocer en lo que eres en tu interior delante de mi, si de ello no te avergonzares. Avergonzarse de los vestidos \'iles, señal es de soberbia· oculta; y buscar por ellos consi• deración y gloria, vicio es de hipocresía. Viejo es tu calzado, algunas ''eces lo he visto hasta estropeado; mas de ello no se avergüenza la humildad, porque muchos san– tos anduvieron con los pies descalzos. Y así se lee en Isaías, haberle dicho el Señor en cierta ocasión: •Ve y qu1tate <)e tus espal– das el saco y los zapatos de tus piés•, y lo hizo así, quedando descalzo y desnudo. He ahí un testigo en abono de lo que voy die· ciendo. Tu mesa, oh pobreza, se contenta con ali- . mentos sencillos, y tan solo en la cantidad precisa; y la humildad exp~rimenta especial gusto en asistir por mi amor a ese banquete de la sobriedad. Sé abundar, dice San Pablo, y s~ también sufrir penuria. •Soy para todo y en todas partes, y para todas las cosas educada, y •todo lo puedo en aquel que me conforta•. Debe sin embargo saber también quien leyere estas palabras, que no se oh•ída la po– breza de condescender con los dé'J.<Jes y en– fermos; mas a los fu ~rles y robus'(·s les pro-

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