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- 205 .ante mí y ante mis siervos muy esclarecido. Ella se llama la humildad. Su excelencia y santidad es objeto de vene– ración para los ángeles y para los hombres; y -de tí se ha escrito para ella: Es para las almas buenas la pobreza, guarda y defensora de la humildad. He aquí, pobreza santa, he aquí de quien te he hablado. Esta·es aquella Noemi, he~mosa y amiga mía; como te amé a tí .desde el prin– cipio, la amo también a ella. Guarda esta hu– mildad, que la aprecio mucho en mis santos. No quiero que la dejes; pues si bien lo consi– ·deras, no ha;]arás en la tierra otra que te sea más semejante, ni .con la cual puedas morar por más tiempo y más seguramente. Todos te abandonan, todos te desprecian; la 'humildad verdadera te admite gozosa en su casa. HeTmanas sois; ví·~·ir debzís, pues las dos juntas. No ha de ser gioríficada aquella pobreza, que desconoce la humildad; ni ~s agradable a Dios la humildad, q\le desprecia la pobreza. Sea, pues, en las dos un solo corazón y una -sola alma, y no digáis nada propio sino, que os sea co~ún todo, la comida, el vestido y lo demás necesario para la vida. Porque, es claro, oh pobreza, que algunas veces aparecerá vil y desaliñado tu vestido; pero ·no serás por ello rechazada de la señora
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