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' -200- No desconoces a Martín, varón santísimo, que por su singular devoción a la pobreza me-· reció llamarse: •Martín el pobre y pequeiiuelo•. Y no te parezca esto despreciable, porque en la pobreza estuvo y está el gozo de los Santos. Y por eso se canta solemnemente en. alabanza suya: •Martín es recibido alegr·e en el seno de Abrahám; Martín e! pobre y peque– ño, ecrfra rico en el cielo y es ensalzado con himnos celestiales•. · Si te parece amargo lo de •pobre y peque– ño•, endúlcetelo «la entrada en el reino de los cielos>. Voy a proport~rte también otro ciudadano', amador fidelísimo de la pobreza. Es el bienaventurado P. Agustín, · doctor· magnífico, del cual cantan los clérigos en el· coro: •No hizo testamento, porque nada tenía de que hacerlo el pobre de Cristo~. Y despues· en el himno: •Amador de la pobreza, alában– te los pobres•. Estos son los pontífices Santos, pobres de· espiriiu, faltos de bienes temporales, pero ri-– cos en méritos, y esclarecidos en virtudes. Más ejemplos podría· presentarte de ama· dores eximios de Id pobreza; pero baste con los dichos, porque no quiero cansarte. .y ¿por qué habláis así, oh Señor mío? En. verdad que no me cansa oír todo lo que mi.

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