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- 194 - ~n el infierno; pueS este es mi juicio, (~que sus obras han de acompañarles». Una cosa resulta en definitiva: 0 quz lleves ahora con paci~nci~ la pobreza, " que renun– cies a ser del número de mis pobres. Un camino franco he mostrado a los )JO– bres; a los que sufren y llaman he abierto la puerta; a los humildes he franqueado la entra• da de mi reino; y el rico ciertame:lle no podrá dar con ella. ¿Quieres ver entrar en él a uno de ellos! Abre los ojos y mira: «Sucedió que muriese el mendigo; y fui' llevado por Jos ángeles al seno de Abrahám». ¿Verdad que es una g:·~ta y hermosa visión? Grata ciertamente y muy de– seable. ¿Y cómo, dirás, pudo subir a IJ¿, y quién po– drá seguirle? Acuérdate, hijo mio, que U.2aro estuvo lleno de llagas y miserias, y yacía medio muer• to de hambre y de sed ante la puerta del rico. Y quien tanto sufrió por mi nombre, ¿no era digno de entrar en mi gozo etemo? lmítale, pues, tú, si tienes ánimo para ello. Y si su alma me fui' tan agradable ¿de dón– de provino sino de que antes me fueron gra– tas su pQbreza y su paciencia? Ve, pues, tú y haz de la misma manera. En verdad te digo que si no te comirtieres y te hicieres como este Lázaro, o -~< o.mo uno de

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