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- 192 - cicsos tabernáculos pudiese yo edificar para mí uno pequeñito, en el que se dignase mi Seüor venir a mí, y hacer morada en él, pues yo s.; que se deleita en estas virtudes el Señor y Rey de la gloria! Ahora, pues, Señor, habla a tu siervo, que tu siervo oye, y muéstrame según la multitud <le tu misericordia la excelencia de la pobreza, la santidad de la humildad y la fortaleza de la paciencia. El Señor: Ya que buscas consolarte con mis palabras e instruirte en estas tres virtudes, con gusto voy a hacer lo que deseas. Ysiendo la pobreza la primera de ellas, ha de ser también por ella por la que dé principio la :enseñanza. La pobreza bienaventurada, que ocupa ante mí un lugar muy distinguido en la santidad, ·ha de imprimirse muy hondamente en tu alma. Oído he tus gemidos, con que te quejabas de ella, y ello me desagrada. No es cosa bue– na, lo que de tí llega a mis oídos. ¿No es ella la que yo elegí, y tengo guarda– da como joya riquísima en mis tesoros? · Levántate y ve a Belén con los pastores, y mira la maravilla que Dios alli te muestra, al Verbo que se hizo carne, y fíjate si faltó allí la pobreza. Mira mi pobreza, que en su comparación es

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