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- 189 ¿Es este, Señor, Dios mío, tu consejo? ¿es ·esta tu palabra? Sí, por cierto, lo es; y qué .angustia sufro mientras 110 se cumple en mi. Ámame, dice el Señor, y 110 te angustiarás -~n ti. Cosa fácil es r.onsumirse toda la angus– tia de la pobreza en el fuego de la caridad. Dulce cosa es al que amil, hacerse pobre con el Hijo de Dios; liger~ es toda c~rga, que la caridad impone, y no hallará trabajo duro -quien fuere conforta<!_o con el pan de la cari- -dad. ¡Qué bién lo has dicho, Señor! hágase, te ruego, como Tú lo dices. Tú, que das el con· .sejo, ayuda con tu gracia a ponerlo en prác– Úca. H ágase del todo suave lo que parece grave .a la carne; y ligera la carga que parecía antes insoportable. ¡Alégrese mi carne en el Dios vivo, y mi es– píritu en Dios, mi Salvador. ¡Qué bueno es Dios, oh Israel, para los rectos de corazón! Te amaré, Señor, virtud mía, mi fortaleza y mi refugio. Amaré también la santa pobreza, .la humild ad y la paciencia, siguiendo tu ca– mino y ei de tus santos. Tenga yo por riquezas la pobreza, la humil· dad por gloria, por descanso la paciencia. Sea de esto mi cuidado, y agrádeme lo que con– viene al espíritu; que la carne para nada apro– ·vecha . Deléiteme yo en esto como en las mu-

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