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- 155- Su altura no alcanzan Jos cielos; de la pro– fundidad de sus juicios se espantan Jos abis– mos, su latitud no limita la redondez de la. tierra. El Verbo eterno de Dios, no se expresa ·con .muchas palabras, ni se concibe con variedad ·de imágenes, ni es comprendido de ningún ·entendimiento creado, y se predica incom– prensible e inefable. Creerse puede y amarse, mas no concebirse plenamente ni explicarse, porque es Dios, co– ·mo lo declara San Juán en el Evangelio: «En ·el principio era el Verbo, y el Verbo era ante Dios y el Verbo era Dios•. ¡Oh palabra inefable y amabilísima, dulce a los oídos, grata al en!endimiento, deliciosisi– ma para el corazón! Ella habla de muchas maneras al alma, por las Escrituras, por los predicadores, por los ángeles, por secretas inspiraciones, pero de ·una manera más alta y agradable, cuando por sí misma se insinúa en la mente. ¡Oh, si pudiese vacar y ver cuán suave sea ~sta palabra, luz verdadera del alma, vida de los que viven y dicha de los que reinan; nin– .gún trabajo me queb·rantaría entonces, ningu– na abundancia de bienes me cautivaría; mas ·todo lo terreno aparecería vil y despreciable a mis ojos! jOh qué bueno y deleitoso es adherirse a

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